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Colmenas en invierno: colmenas en un bosque nevado.

Colmenas Dadant en un bosque nevado, en Francia. Foto: Richard, en Flickr.

El invierno es, por lo general, la estación que menos trabajo da a los apicultores. Al menos, en el campo. Las abejas están invernando y las tareas se concentran en los almacenes y galpones. Sin embargo, conviene revisar periódicamente las colmenas en invierno y verificar que todo marcha según lo previsto. En este artículo te damos una lista de 10 puntos de verificación para que tus revisiones sean sistemáticas y eficaces. ¡Toma nota!

Con la llegada del frío, el ciclo de la colmena cambia. La puesta de la reina se va reduciendo hasta desaparecer prácticamente del todo y las abejas se apiñan para generar el llamado racimo o bolo invernal. Se reúnen en la zona más cálida de la colmena, apretadas unas sobre otras y con las reservas de miel a mano. Así, juntas y calientes, tratarán de sobrevivir al invierno.

Para superar este tiempo frío, las abejas tienen un sistema muy bien diseñado: la capa interior del bolo invernal está entre los 25 y los 35 ºC, mientras que las abejas que están más afuera soportan temperaturas de unos 6-9 ºC. Para no morir de frío, se van relevando y las del interior salen a la capa exterior para reemplazar a sus hermanas, que pasan hacia adentro para comer y descansar.

Generar calor es fácil: comen miel y transforman esa energía en el calor que mantiene viva a la colonia.

Sin embargo, las colmenas en invierno pueden sufrir problemas que pongan en riesgo este equilibrio. Por ejemplo, pueden quedarse sin reservas de alimento por un consumo demasiado alto. Este consumo elevado puede deberse a que un invierno más cálido de lo normal haya propiciado la presencia de cría en fechas muy tardías. Un cambio brusco de tiempo puede sorprender a la colonia con mucha cría que atender, lo que dispara el consumo.

También puede haber demasiado consumo por culpa de alguna enfermedad o por algún otro problema.

Para asegurarse de que todo marcha según lo previsto, el apicultor llevará a cabo algunas revisiones de las colmenas en invierno.

1- Cada cuánto tiempo se deben revisar las colmenas en invierno

La primera duda que surge al plantearse las revisiones de las colonias en la temporada invernal es cuándo hay que hacerlo y, sobre todo, cada cuánto tiempo deben revisarse.

Muchos apicultores consideran que dejando las colmenas bien preparadas de reservas y en buen estado sanitario al final del otoño, no hará falta tocarlas durante los meses más fríos. Esta idea, realmente bien orientada, se debe a que abrir las colmenas con temperaturas bajas puede ser contraproducente. Las abejas pierden el equilibrio de la temperatura interior y, si hay algo de cría, puede enfriarse y morir.

Por eso, la regla de oro para las revisiones invernales está clara: intervenir lo menos posible dentro de las colmenas.

Colmenas en invierno: abejas muertas dentro de una colmena

Abejas muertas en una colmena. Foto: Richardoyork, en Flickr.

Sin embargo, el apicultor debe cuidar de sus colmenas y preocuparse por su estado, por eso conviene pasar por los apiarios con cierta regularidad. Para empezar, porque con el mal tiempo se producen accidentes: inundaciones, corrimientos de tierra, colmenas destapadas o volcadas por el viento… Conviene pasar periódicamente por los asentamientos para verificar que todo está en su sitio.

Además, hay que chequear el estado de las propias abejas. Por eso, sería recomendable abrirlas alguna vez durante el invierno. No muchas, y solo y exclusivamente en días favorables.

Es muy importante elegir bien el momento: se abrirán en días cálidos, preferentemente al mediodía, cuando más calor pueda hacer. De esa manera, el impacto en el interior será mínimo.

Hay que evitar abrir las colmenas en días de lluvia o nieve, o con temperaturas excesivamente bajas. Y, si las colonias están rodeadas de nieve, o incluso sepultadas por ella, no hay que preocuparse: siempre podrán respirar y la propia nieve contribuye a aislar a las colmenas del frío.

2 – ¿Cómo se deben revisar las colmenas en invierno?

Una vez determinado el momento de la revisión, se tratará de molestar lo menos posible a las colmenas. El apicultor abrirá solo aquellas que realmente deban ser inspeccionadas, bien porque están en seguimiento desde revisiones anteriores, bien porque los signos externos hagan sospechar que algo puede ir mal.

Se abrirá la colmena con cuidado, evitando los golpes y alteraciones innecesarias, tanto en la colmena que se va a revisar como en las vecinas. Activar en exceso a las colonias en invierno es poco recomendable.

La inspección se llevará a cabo rápidamente, evitando tener la colmena abierta demasiad tiempo. Las decisiones se tomarán con celeridad y las acciones necesarias serán quirúrgicas y veloces.

Tomando estas precauciones, el trabajo tendrá un impacto mínimo en las colonias y se evitará empeorar la situación de las abejas.

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3 – Lista de puntos para revisar las colonias en invierno

Una vez en el colmenar, y con el día perfecto, el apicultor inicia la inspección. Tras un primer vistazo general para asegurarse de que no hay colmenas volcadas o destapadas, procederá a una inspección de cada colonia.

En ese momento, conviene ser muy sistemático y prestar atención a señales y datos concretos, para ahorrar tiempo y evitar molestias a las colmenas. Este listado de puntos para una revisión de las colmenas en invierno puede ayudar a que la tarea sea rápida y eficaz:

1 – Aspecto exterior: la piquera

Un primer vistazo al exterior de la colmena puede activar las alarmas. La piquera o puerta de la colonia es un termómetro importante de lo que pasa dentro. En la piquera se pueden ver abejas muertas, restos de cera, excrementos… Y el apicultor debe saber interpretar esas señales.
Por ejemplo, muchas abejas muertas en la piquera pueden ser síntoma de mortandad en el interior y habrá que abrir la colmena para comprobar qué está pasando. Si lo que aparece sobre la piquera o sus alrededores son larvas muertas, puede ser señal de enfriamiento de la cría, o quizá de alguna enfermedad que habrá que valorar.

Si lo que se ve es mucho serrín de cera, puede ser síntoma de que la colmena está consumiendo mucha miel. Conviene evaluar si es así y por qué.

Colmenas en invierno: abejas muertas en una piquera.

Un vistazo a la piquera puede ser suficiente para saber que algo va mal en la colmena. Foto: JP Goguen, en Flickr.

2 – Volumen de población de las colmenas en invierno

La actividad en la piquera también permite evaluar si hay algún problema de población. Si el colmenar muestra actividad y en las piqueras hay muchas abejas entrando y saliendo, seguramente la colmena mantenga fuerza y vigor. Sin embargo, si una colmena muestra poca actividad en la piquera, puede ser que se haya quedado muy despoblada.

Conviene en esos casos abrir la caja para verificar el volumen de población y evaluar si es suficiente para llegar a la primavera. Si se considera que la colonia es demasiado pequeña, habrá que tomar medidas. Por ejemplo, unirla con una colmena débil o zanganera. O quizá haya que reducir el espacio de la colmena para que las abejas conserven el calor lo mejor posible.

3 – Reservas de alimento y alimentación de emergencia

Lo más importante de la revisión será comprobar cuánta miel de reserva queda en la colmena. Muchos apicultores utilizan un método simple: levantan la caja y tantean el peso “a ojo”. Es un sistema rápido y eficaz, pero si hay que revisar muchas colmenas, será muy cansado y el apicultor puede lesionarse. Utilizar básculas para colmenas es mucho más seguro y, además, con un equipo de este tipo se puede saber la evolución del peso y la temperatura interior de la colmena a distancia, en el teléfono o a través de internet.

Si la cantidad de miel almacenada es poca, habrá que tomar medidas. Lo más recomendable es aportar panales de miel, que pueden proceder del almacén o de otras colmenas que puedan donarlos. En caso de no tener esas reservas, se puede optar por alimento artificial.

En invierno, para no introducir humedad innecesaria en la colmena, la alimentación debe ser siempre sólida. Así, en las etapas más duras del invierno se puede recurrir a pastas hechas con azúcar y otros nutrientes. Se venden en comercios especializados y su misión es socorrer de emergencia a las abejas. La pasta alimenticia sustituye a la miel y las abejas la consumen lentamente. El alimento sólido se puede colocar directamente sobre los panales o en alimentadores especiales.

En fases más avanzadas del invierno, y ya pensando en preparar a las abejas para la primavera, se puede alimentar con tortas proteicas elaboradas con polen o con algún sustitutivo del polen, como la harina de soja.

Las proteínas del polen reforzarán el estado de salud de las abejas y estimularán la puesta de huevos, propiciando la generación de cría mejor alimentada.
Finalmente, si el invierno ya toca a su fin, conviene utilizar alimentación de estimulación para acelerar la temporada hacia la primavera.

Colmenas en invierno: alimentación interior

En invierno, es mejor utilizar alimentación sólida, como las tortas protéicas. Foto: Thurld01, en Flickr.

4 – Estado sanitario de las abejas

El siguiente punto clave es la sanidad de la colonia. El invierno, cuando las abejas se debilitan, es un momento crítico, porque las enfermedades y los agentes agresores aprovechan para expandirse.

En estas inspecciones habrá que prestar atención, sobre todo, a la presencia de varroa. Los ácaros de varroa son más visibles cuando las poblaciones bajan y, como no hay cría, no se ocultan en las celdillas de las larvas. Habrá que buscarlos sobre las abejas y detectar si hay abejas con las alas cortadas o deformadas, signo habitual de esta enfermedad. Su tratamiento en esta época no es aconsejable, salvo que la infestación sea grave y haya que actuar de emergencia.

Colmenas en invierno: panales apolillados

La polilla de la cera también puede atacar si el invierno no es muy frío. Foto: Tobin, en Flickr.

Otro problema de salud típico del invierno es el pollo escayolado o ascosfériosis. Se trata de un hongo que afecta a la cría y que se da, sobre todo, si esta se ha enfriado. Poco a poco, el hongo invade la cría, que parece como calcificada, por eso lo de “pollo escayolado”. La mejor forma de tratar este problema es aportar alimentación y mejorar las condiciones de temperatura de la colmena. Cuando estén bien alimentadas y no tengan frío, las abejas iniciarán la limpieza de la cría afectada.

También las loques, tanto europea como americana, son frecuentes en invierno y también más fáciles de detectar. Al llevar panales de una colmena a otra se pueden transportar también las esporas de los hongos que causan estas enfermedades, que, además, son difíciles de tratar.

La nosemiosis, especialmente la peligrosa nosema ceranae, culpable del llamado síndrome de despoblamiento de las colonias, también se manifiesta más en invierno. Esta enfermedad es traicionera, porque las colmenas se van despoblando poco a poco, llegando a quedar completamente vacías de abejas, pero con la miel en los panales, lo que despista al apicultor, que no aprecia pérdida de peso. Un síntoma para detectar precozmente esta enfermedad es la presencia de deyecciones o excrementos en la piquera o en la pared de la colmena. Si se aprecian, es necesario abrir la colmena para comprobar su estado.

Otra forma de verificar el estado de salud de la colmena sin tener que abrirla es utilizar un fondo sanitario. Este doble fondo recoge sobre una bandeja todos los detritus que las abejas desechan. En esa bandeja es fácil ver las varroas muertas, cría escayolada y otros signos de enfermedad.

Colmenas en invierno: un fondo sanitario de rejilla

Fondo sanitario con abejas muertas y restos de cera. Foto: Maja Dumat, en Flickr.

5 – Estado físico de la colmena

A menudo, el mal tiempo deteriora las colmenas, que se rompen o pudren. Es frecuente que las tapas se estropeen y pierdan capacidad aislante, o que los pies de las colmenas se rompan y dejen entrar el agua o animales invasores, como roedores, reptiles, polillas, etc.

El apicultor debe reparar o sustituir los elementos rotos para garantizar la mejor protección posible para las abejas, asegurando la estanqueidad de la cajas y evitando que se cuelen dentro animales ajenos. También puede ser necesario revisar la pintura de las cajas.

panal de abejas sin reservas de miel

Los panales vacíos son un síntoma claro de que la colmena puede tener hambre. Foto: Roberto Vinicius, en Flickr.

6 – Retirar materiales sobrantes

A veces, se han quedado en las colmenas alzas o media alzas que ahora no aportan nada y solo sirven para que el calor se disipe más rápido. Habrá que retirar todo ese material sobrante. También puede ser el momento para eliminar panales viejos, demasiado usados, enmohecidos, apolillados o rotos. Se pueden sustituir por otros con cera nueva o reducir ese hueco hasta la primavera.

Además, todas las colmenas que haya muerto se deben retirar del colmenar. Serán llevadas al almacén para limpiarlas y desinfectarlas, dejándolas listas para una nueva campaña.

7 – Reducir espacio en las colmenas con ‘ponchos’

En caso de que se decida reducir el espacio de la colmena, generalmente cuando el enjambre se ha quedado muy pequeño, se pueden emplear los llamados ‘ponchos’. Básicamente un poncho es un trozo de plástico fuerte que se utiliza para envolver el nido confinando a la colonia a un espacio más reducido en el que gestionen mejor el calor.

La idea es reunir los panales de abejas y reservas a un lado de la colonia, cubriendo la parte superior y el lateral interno del conjunto de cuadros. De esa forma, se hace un ‘paquete’ más reducido y las abejas lo mantienen mejor. Además, el propio plástico impide que se escape el calor.

En zonas demasiado húmedas, hay que asegurarse de que haya ventilación, porque el plástico puede genera condensación y, por tanto, producir demasiada humedad en la colonia.

8 – Estado de la reina

No siempre hay tiempo para buscar la reina de la colmena en una revisión invernal, porque no conviene tener demasiado tiempo abierta la colmena. Sin embargo, interesa verificar su presencia y su estado. Lo más fácil es comprobar si hay cría y si es de calidad, con una puesta regular y ordenada.

Si no hay cría, no quiere decir que no haya reina, simplemente puede ser que no está poniendo. Sin embargo, si la reina ha muerto o ya no puede poner, habrá signos que lo indiquen: las abejas suelen estar muy agresivas y, a menudo, la colmena se hace zanganera. Si este problema se descubre a tiempo, se puede atajar y recuperar una colmena zanganera.

9 – Estado de limpieza interior

Un detalle que todo buen apicultor tendrá en cuenta en las inspecciones invernales es la limpieza interior. Por malo que sea el tiempo, las abejas aprovechan cualquier momento para sacar al exterior la basura: obreras o larvas muertas, restos de comida, etc. Si no lo hacen y los desechos se acumulan en el interior, puede ser síntoma de debilidad o de una reina ya envejecida y desgastada. O, incluso, de la ausencia de la reina.

Panal de abejas con una abeja muerta

El despoblamiento de las colmenas es un mal silencioso que se acelera en invierno. Foto: Stew and Vee Carrington, en Flickr.

10 – Selección de colonias

Estas revisiones de invierno son muy útiles para que el apicultor tome conciencia del verdadero estado de salud de sus apiarios. Se descubren debilidades y fortalezas y se pueden seleccionar las colmenas más fuertes, las que mejor invernan.

De esa selección deberá nacer una lista de colonias de excelentes cualidades que serán las que tendrán prioridad para ser reproducidas en primavera, cuando se ponga en marcha la producción de núcleos o paquetes de abejas para multiplicar el colmenar.

Con esta lista de puntos para revisar es muy fácil y efectiva la inspección de colmenas en invierno. No se descuida nada importante y se sistematiza el trabajo, reduciendo el impacto en las colonias.

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