Modificado por Redacción

Una nueva investigación ha hecho importantes descubrimientos sobre la danza de las abejas. Científicos de China y Estados Unidos han llegado a la conclusión de que, aunque el comportamiento de la danza es algo genético, después se perfecciona con el aprendizaje. Las abejas aprenden a bailar viendo cómo lo hacen las mayores, es una forma de transmisión cultural que sorprende a los científicos.

Que las abejas bailan para comunicarse es algo que se sabe hace mucho tiempo. Lo descubrió el mundialmente famoso científico suizo Karl Ritter von Frisch, quien, en 1957, publicó sus observaciones en un libro que no puede faltar en la biblioteca de cualquier apicultor: ‘La vida de las abejas’.

Incomprendido al principio, Frisch acabó siendo reconocido con el Premio Nobel en 1973. Era el colofón a una vida consagrada al estudio de las abejas y, en especial, a la danza de las abejas. Los trabajos de este investigador han inspirado a generaciones enteras de entomólogos, como los del equipo chino-estadounidense que acaba de descubrir cómo las abejas aprenden a bailar. Lo han publicado en la prestigiosa revista Science y es, sin duda, uno de los grandes descubrimientos de los últimos años en la apicultura.

Con avances científicos como este, comprendemos un poco mejor la compleja sociedad de la colmena, compuesta por miles de individuos que, sumados, se pueden considerar como un cerebro colectivo. Si ya conocíamos investigaciones que dicen que las abejas pueden reconocer las caras de las personas o realizar cálculos, ahora descubrimos que aprenden unas de otras.

1 – Las abejas aprenden a bailar: un comportamiento cultural

Desde los estudios de Frisch, se ha pensado que la danza de las abejas era algo genético, instintivo. Un comportamiento que nace con la abeja, insertado en su ADN, y que, por tanto, no necesitan aprenderlo.

En cambio, el trabajo que ahora publica Science explica que eso solo es así en parte y que las abejas aprenden a bailar. Es un descubrimiento fascinante, porque implica la adopción de conocimiento a través de un comportamiento cultural, algo verdaderamente raro en el mundo animal, y especialmente entre los insectos, seres con cerebros de un tamaño diminuto.

El artículo que lo explica se titula ‘Social signal learning of the waggle dance in honey bees’, en español: ‘Aprendizaje de señales sociales de la danza del meneo en las abejas melíferas’. Lo firma un equipo de investigadores en el que toman parte entomólogos de China (Shihao Dong, Tao Lin y Ken Tan, de la Academia China de Ciencias) y estadounidenses (James C. Nieh, de la Universidad de California).

imagen del artículo que esplica cómo las abejas aprenden a bailar

Una de las imágenes del artículo sobre el baile. Explica cómo el error direccional de la danza de meneo fue más alto en los primeros bailes de las abejas ingenuas que no podían seguir las danzas de meneo. (A) La que baila (w) sacude su abdomen en un coleteo (i-ii-iii, creando un ciclo) durante la carrera (1-2-3), cuyo ángulo (α) comunica la dirección, y luego hace un retorno semicircular mientras está rastreado por los seguidores de la danza (f). (B) Los ángulos de error de divergencia disminuyeron con la experiencia en las colonias experimentales pero no en las colonias de control, en las que los errores fueron consistentemente bajos (diferentes letras indican diferencias significativas, prueba Tukey HSD, P < 0.05). (Recuadro) Los bailarines suelen actuar en superficies irregulares que varían entre colonias. En todas las figuras se muestran datos (círculos negros), diagramas de caja con muescas y diagramas de violín.

Juntos, estos investigadores han descubierto cómo las abejas aprenden a bailar. Según explican en su artículo, lo hacen por observación: las más jóvenes se fijan en los bailes de las más experimentadas y perfeccionan su danza. Es cierto que todas nacen con el baile en los genes, pero los datos de esta investigación demuestran que perfeccionan ese conocimiento por aprendizaje comunitario o social.

James C. Nieh ha explicado que esta noción del aprendizaje social no es nueva en insectos: las propias abejas, e incluso las hormigas, son capaces de aprender. Sin embargo, señala que nunca se había observado un aprendizaje con este nivel de complejidad, puesto que se trata de la adquisición de un “lenguaje animal natural”.

Diseño del experimento

Para llegar a esta conclusión, los investigadores diseñaron un experimento con cinco pequeñas colmenas. En unas colonias colocaron abejas recién nacidas o todavía operculadas, a punto de nacer, sin compañía de abejas veteranas. En otra serie de colmenas de control, la misma cantidad de abejas, pero con individuos ya mayores, además de cría y recién nacidas.

Después, situaron fuentes de alimentación  (agua azucarada) a 150 metros de las colmenas y observaron cómo las abejas de cada colonia informaban de la presencia del alimento. Efectivamente, comprobaron que todas las abejas encontraban la comida y comunicaban su presencia con una danza. Sin embargo, no todas lo hacían correctamente.

Las abejas que habían crecido en compañía de veteranas eran capaces de transmitir la información con más precisión. En cambio, las que habían crecido sin abejas adultas se equivocaban, eran más imprecisas el comunicar dónde estaba la comida. Sus bailes eran desordenados y no servían para orientar bien al resto de pecoreadoras.

Pasadas tres semanas, repitieron el experimento y comprobaron que las abejas que habían crecido sin veteranas corregían en parte sus errores. Eran más ordenadas en su baile, pero seguían equivocando conceptos como la distancia. A pesar de que habían mejorado, había nociones en la comunicación que no habían logrado dominar.

Esto demuestra, para los científicos, que, aunque todas las abejas saben bailar, tienen que aprender a expresarse con el baile. Necesitan aprender el idioma. Y lo hacen por observación, tomando nota de lo que hacen sus mayores, en un insólito comportamiento de aprendizaje cultural que está fascinando a la comunidad científica.

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Los investigadores que han llevado a cabo estos experimentos consideran que el lenguaje de la danza está compuesto por diferentes “dialectos de baile”. Sería una suerte de adaptación de la danza a las necesidades locales: diferencias de luz, de altura del sol, etc. El aprendizaje del idioma permitiría adaptar la danza a esas condiciones cambiantes. Así es como las abejas aprenden a bailar en un idioma diferente cada vez.

2 – Danza de las abejas: así se comunica dónde está el alimento

El baile de las abejas es una sorprendente forma de comunicación con la que las abejas, una especie antophila, se comunican unas a otras dónde hay una fuente de alimento en el campo. Asombra a quien no lo conoce porque, gracias a esta danza, las abejas son capaces de codificar información muy compleja, como el tipo de alimento, su calidad, su cantidad y, sobre todo, su ubicación.

Frisch descubrió que, para señalar el lugar donde está la comida, las abejas utilizaban un determinado patrón de movimientos. Así, toman siempre el sol como referencia para indicar a sus compañeras hacia dónde deben volar y durante cuánto tiempo o sobre qué distancia.

El entomólogo suizo fue capaz de identificar varios movimientos en esta danza:

  • Baile del colete o del ocho. Se emplea cuando la fuente de comida está lejos, a más de 100 metros de la colmena. La abeja que ha encontrado alimento, baila describiendo la figura de un ocho (dos círculos unidos por una línea vertical) en el eje horizontal del panal. Mientras recorre el eje de esos dos círculos imaginarios, va moviendo el abdomen a izquierda y derecha, lo que se conoce como ‘meneo’. La duración e intensidad de ese meneo indica la distancia a la que se encuentra la comida que ha encontrado: si está lejos, el meneo será más pausado. Si está cerca, más acelerado. Y, para indicar la dirección, la abeja recorre una línea recta entre los dos círculos del ocho. Esa línea recta marca un ángulo con el sol que indica a las abejas la dirección en la que deben volar. Así saben hacia dónde deben ir y durante cuánto tiempo.

esquema del baile del coleteo o del ocho de las abejas

Esquema del baile del coleteo o danza del ocho.

  • Danza circular. Cuando el alimento está cerca de la colmena, se emplea el baile o danza circular. En este caso, la abeja informante baila en círculos, que pueden cambiar de dirección. En función de los giros que dé en cada sentido, el resto de obreras interpreta la distancia y la dirección.

baile circular de las abejas

Esquema de la danza circular.

En ambos casos, la abeja que danza suministra pequeñas gotas del alimento que ha encontrado a las que observan su baile. Así, saben de qué comida se trata y cuál es su calidad. Además, se ha observado en investigaciones anteriores que hay diferencias en los patrones de baile entre las diversas especies de abejas. Incluso puede haber variaciones entre las propias obreras de una misma colmena, lo que sugiere capacidades diferentes para abordar el mismo territorio.
Ahora, además, se sabe que las abejas aprenden a bailar y perfeccionan su técnica estudiando cómo lo hacen sus hermanas mayores.

3 – Otras formas de comunicación en la colmena

La danza de las abejas es, sin duda, la más sorprendente forma de comunicación de las abejas, puesto que es capaz de codificar información simbólica, algo extremadamente raro en el reino animal. Sin embargo, no es la única forma de comunicación que tienen en su comportamiento. De hecho, en la colmena conviven muchos lenguajes. Estos son los fundamentales:

  • Feromonas y olores. Las abejas utilizan señales químicas para comunicarse. Se trata de las feromonas y otras sustancias químicas secretadas por las abejas, especialmente por la abeja reina. Con esas feromonas, pueden informar a otras abejas sobre la ubicación de la fuente de alimento, así como sobre la presencia de depredadores o enfermedades. Las feromonas pueden dispersarse por el aire (como si fueran un olor). De hecho en la colmena se pueden identificar varios olores, como el de la propia colonia, que es único para cada una; el del geraniol, que indica el camino a la colmena; el olor de alarma, que alerta de un ataque; y el olor de la feromona real, que es emitido por las mandíbulas de la reina y mantiene unida a la colonia. Estos olores y feromonas se transmiten también en la llamada trofalaxia.
  • Trofalaxia. Este fenómeno es un comportamiento alimentario común en las colonias de abejas y otros insectos sociales, como las hormigas y las termitas. Se refiere al intercambio de alimentos o líquidos regurgitados entre miembros de la colonia, que se realiza mediante la boca o las glándulas salivales. Es, por tanto, una comunicación táctil. En la colmena, se utiliza para la transferencia de feromonas y otros productos químicos que son importantes para la comunicación y la organización social de la colonia. Por ejemplo, la abeja reina utiliza la trofalaxia para distribuir las feromonas que le permiten controlar el comportamiento de la colonia y mantener su posición de liderazgo.

abejas practicando la trofalaxia

La trofalaxia difunde información a través de la alimentación. Foto: Max Westby, en Flickr.

  • Canto. El canto de las abejas está poco estudiado, pero se reconoce como un sistema de comunicación importante en la colmena. Lo practican, por ejemplo, las reinas para comunicarse con otras reinas todavía no nacidas o mantenidas por las obreras dentro de las celdas reales. Ese canto, muy reconocible, es signo evidente de la salida de un enjambre o de un jabardo.
    Otro canto muy llamativo es de las llamadas “abejas flautistas”. Se trata de un sonido que emite un grupo de abejas justo antes de la salida de un enjambre y que se considera una llamada a la formación y a la partida.
  • Vibraciones. Otra forma de comunicarse dentro de la colonia tiene que ver con las vibraciones que emiten las abejas. Pueden ser individuales o colectivas. Todo apicultor ha escuchado esa vibración solidaria que emite una colmena cuando es golpeada.

Como se observa, la colmena sigue escondiendo misterios. La ciencia avanza para comprender mejor a estos insectos únicos. Ahora sabemos que las abejas aprenden a bailar, uno de los hallazgos científicos más sorprendentes de la apicultura en los últimos años. Esta investigación muestra también el gran potencial del cerebro de las abejas y se une a otras recientes sobre la capacidad de estos insectos para pensar o tener sentimientos.

4 – Bibliografia empleada

Biri, Melchiorre & Prats, Carmen (1988) El gran libro de las abejas. Barcelona: Editorial de Vecchi.

Flores, Manuel (coord.) (1989). Curso de Apicultura. Madrid: Ministerio de Agricultura, Pesca y Almentación.

Jean Prost, Pierre (2007) Apicultura. Conocimiento de la abeja. Manejo de la colmena.

Philippe, Jean-Marie (2008) Guía del apicultor. Utilizable en todas las regiones apícolas del mundo. Barcelona, Omega.

Rangel, J; Griffin, S.R; y Seeley, T. (2010) An oligarchy of nest-site scouts triggers a honeybee swarm’s departure from the hive. Behavioral Ecology and Sociobiology, 64,979–987.

Robles, Elena & Salvachúa, Carmelo (2012) Iniciación a la apicultura. Tecnología y calendario. Madrid: Editorial Mundi Prensa.

Seely, Thomas D. (2019) The live of bees. Princeton: Princeton University Press.

Seely, Thomas D. (2010) Honeybee Democray. Princeton: Princeton University Press.

Dong, Shihao; Lin, Tao; Nieh, James; y Tan, Ken (2023) Social signal learning of the waggle dance in honey bees. Science, Vol 379, Issue 6636. pp. 1015-1018
https://www.science.org/doi/10.1126/science.ade1702

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