Modificado por Redacción

Una abeja con una varroa sobre su torax.

Una abeja, con una varroa en fase forética. Foto: Agroscope, en Flickr.

Los ácaros de varroa emiten vibraciones para orientarse dentro de las colmenas y para saber dónde están en cada momento. Así lo demuestra la investigación de un equipo de científicos británicos, que consideran que este descubrimiento podría abrir nuevas formas de lucha contra este parásito que devasta la apicultura

Varroa, en cualquiera de sus variantes, es uno de los principales enemigos de la apicultura. Este ácaro diminuto parasita las abejas y se alimenta de sus partes grasas, debilitándolas y acabando por destruir las colonias. Ahora, se abre una puerta a combatir la varroa de una forma diferente: interfiriendo su sistema de orientación.

Esta posibilidad se presenta gracias a las investigaciones de un equipo de científicos de la universidad de Nottingham Trent, en el Reino Unido. El grupo de investigadores, liderado por Harriet Hall, de la Escuela de Ciencia y Tecnología de Nottingham, ha descubierto que los ácaros de varroa utilizan vibraciones regulares para reconocer el lugar donde están y, de esa forma, orientarse en las colmenas.

El trabajo de estos científicos apunta a que esas vibraciones servirían a los ácaros de varroa para “sondear el medio ambiente”, con lo que puede orientarse y diferenciar los panales de cría de los que contienen reservas alimenticias o están vacíos.

 

Acelerómetros ultrasensibles para medir las vibraciones

Para detectar estas vibraciones, el grupo que capitanea Harriet Hall ha empleado acelerómetros ultrasensibles. Gracias a ellos, detectaron que las varroas, que solo pesan un miligramo y apenas miden unos milímetros, son capaces de sacudir su cuerpo de tal forma que se emite esa vibración.

De hecho, el descubrimiento ha sido un tanto azaroso. Los investigadores pensaban que podían detectar vibraciones especiales en las abejas infectadas de varroa y, sin embargo, se encontraron con que esas huellas auditivas, las vibraciones, las emiten los propios ácaros de varroa.

La vibración se produce cuando las varroas sacuden su diminuto cuerpo rápidamente, en impulsos muy breves, de entre 50 y 90 microsegundos. La señal que emiten varía en función de la superficie sobre la que esté el ácaro, lo que indica que el sentido de esa acción es determinar en qué tipo de material o sustrato se encuentran.

Para emitir este pulso sónico, varroa acumula lentamente energía, como si fuera un resorte que se comprime. Después, sacude intensamente el cuerpo y lanza esa emisión, muy breve y muy intensa. La cantidad de energía que requiere el ácaro para llevar a cabo este comportamiento indica que es algo deliberado, no casual.

ácaros de varroa en un tubo de laboratorio

Ácaros de varroa en un tubo de laboratorio. Foto: Forest and Kim Star, en Flickr.

Vídeo: los investigadores explican sus descubrimientos sobre la varroa.

La vibración se puede convertir en una onda sonora y ser escuchada para comprender mejor su caracterización. De hecho, es la primera vez que se captura y define una onda sonora procedente de ácaros en todo el mundo, lo que da una idea de la importancia de este hallazgo.

La doctora Hall y sus colegas consideran que “si una varroa se cae de una abeja a la que esté parasitando, podría utilizar la vibración para volver a encontrar a su hospedador, toda vez que los ácaros son sordos y ciegos”.

Utilizar vibraciones para reconocer el terreno es un comportamiento que utilizan otras especies, como el aye-aye, un pequeño primate que vive en Madagascar y que es capaz de recoger información de su entorno gracias a ese método. Algunas avispas también lo utilizan.

Ahora, los investigadores de Nottingham quieren poner en marcha una segunda fase de su trabajo que les permite determinar con total exactitud el propósito de estas vibraciones que emiten los ácaros de varroa.

Nuevas vías para detectar y erradicar la varroa

Los científicos esperan también que estos nuevos trabajos conduzcan al desarrollo de técnicas que permitan erradicar este problema de salud que aqueja a las colmenas de prácticamente todo el mundo.

Hall cree que el reconocimiento de las vibraciones podría servir para detectar la presencia de varroa en las colonias sin tener que molestar a las abejas. Bastaría con utilizar micrófonos suficientemente sensibles como para localizar esa vibración. Además, la cantidad de vibraciones dentro de la colmena indicaría el nivel de infestación, con lo que los apicultores podrían tomar medidas tempranas con tratamientos para varroa.

varroa sobre una cría de abeja

Un ácaro de varroa, sobre una abeja en fase de pupa. Foto: Gilles San Martin, en Flickr.

 

Tratamiento térmico ecológico contra la varroa

Este no es el único avance en la investigación de varroa que ha tenido lugar en la Universidad de Nottingham en los últimos meses. En 2020, otro equipo de esta universidad presentó un sistema de lucha contra la varroa basado en un tratamiento térmico.

Se sabe que varroa no sobrevive a partir de los 42º de temperatura, con lo que muchos investigadores y apicultores han experimentado con sistemas que calientan las colmenas. Sin embargo, son métodos difíciles de utilizar en el campo.

apicultores en un colmenar, luchando contra varroa

Equipo de Nottingham que ha ideado BeeSave. Foto: Beesave.info

 

Para paliar este inconveniente, el equipo dirigido por el investigador Saffa Riffat ha presentado BeeSave, un sistema de autocalentamiento de la colmena que se introduce dentro de cada caja. El paquete de calentamiento genera calor durante un tiempo que va de una a dos horas. Durante ese lapso, la colmena está entre 41 y 45º C, una temperatura que no daña ni a las abejas ni a la cría, pero que afecta gravemente a la varroa, que cae fuera de la colmena a través de un fondo sanitario.

La base del paquete de calentamiento es lo que se denomina un material de cambio de fase, (Phase Change Material – PCM, en inglés). Son materiales que tienen la capacidad de almacenar mucho calor y liberarlo cuando sea preciso. Un ejemplo muy conocido son los parches de calor para calentar rápidamente las manos.

En el modelo de BeeSave, el material de cambio de fase se activa con una pequeña descarga eléctrica que se le proporciona con una batería. A partir de ahí, durante dos horas, el pack de calentamiento produce calor dentro de la colmena. El precio de cada pack, unas 10 libras, unos 8,3 euros.

Varroa, un enemigo implacable  

El ácaro varroa destructor llegó a Europa en los años 80 procedente de Asia. Desde entonces, su expansión ha sido imparable y hoy en día se cree que está en todo el mundo, excepto en Nueva Zelanda.

Es un ácaro rojizo que se alimenta de los tejidos grasos de las abejas, a las que clava una especie de lengua capaz de absorber esos fluidos. Varroa se introduce en las celdillas de cría  de abejas para depositar allí sus huevos. Los nuevos ácaros se alimentan de las larvas y pupas y, cuando estas eclosionan, salen al exterior de las celdillas con las abejas. Cuando están fuera de las celdillas se dice que pasan a fase forética: en ese momento son visibles agarradas al torso o abdomen de las abejas, a las que siguen parasitando.

Tratamiento de ácido oxálico contra la varroa

Un apicultor, aplicando ácido oxálico contra la varroa. Foto: Wolfferl, en Flickr.

 

A medida que el nivel de infestación aumenta, la colmena pierde fuerza. Deja de tener suficientes pecoreadoras y el orden interno se descompone. Finalmente, la colonia puede llegar a morir.

Hoy en día hay muchos tratamientos contra varroa, aunque se recomiendan aquellos que sean inocuos para la miel, como el ácido oxálico. Un tratamiento en auge, aunque polémico, es el que propone rascar la cría: se elimina toda la cría de abeja y se trata la colmena, de tal forma que la varroa no puede esconderse en las celdillas para evitar el efecto de los medicamentos.

Varroa es uno de los peores enemigos de la apicultura. De hecho, en 2021 fue una de las causas de que los apicultores españoles consideraran la campaña como muy mala.

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