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Bacterias resistentes a los antibióticos - Apicultura y miel

Cultivo de bacterias en laboratorio. Foto: Penn State, en Flickr.

Uno de los grandes problemas de salud del futuro, según los expertos, es la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos. La miel, cuyas múltiples propiedades incluyen características bactericidas,  se considera cada vez más un especialmente eficaz para luchar contra ese tipo de bacterias que pueden causar graves infecciones.

Patricia Combarros Fuente es doctora en Veterinaria y apicultora, además de investigadora en la universidad de León, en España. Es autora de un llamativo artículo que, en los últimos días, se ha hecho muy viral entre los apicultores: La miel, una alternativa frente a bacterias resistentes a antibióticos, publicado en la web de divulgación científica ‘The Conversation’.

Combarros explica en su trabajo cómo la miel es uno de los productos más prometedores en la batalla que la comunidad científica libra contra las bacterias resistentes a los antibióticos. Estos microbios son una de las grandes preocupaciones de los investigadores, porque producen infecciones muy difíciles de combatir y ante las que los antibióticos apenas resultan eficaces. De hecho, este problema de las bacterias resistentes es una de las mayores amenazas para la salud de la Humanidad en los próximos años, según ha informado la Organización Mundial de la Salud.

Entre los muchos productos que se prueban como alternativa a los antibióticos convencionales está la miel. En realidad, hace mucho que se sabe que la miel tiene propiedades antibacterianas. Sin embargo, tal y como explica la doctora Combarro en su artículo, ahora se trata de demostrar que puede combatir con eficacia a las peligrosas bacterias resistentes.

Abejas sobre un panal de miel, un potente antibiótico natural

Abejas sobre celdillas llenas de miel. Foto: Robert Schmidt en Flickr.

 

¿Por qué la miel es antibacteriana y antibiótica?

La miel es capaz de eliminar bacterias porque es un alimento ácido. Patricia Combarros explica en su trabajo que en la composición de la miel aparecen hasta 32 ácidos orgánicos, como el ácido cítrico o el oxálico, bien conocido por los apicultores porque también se utiliza en los tratamientos contra la varroa. Además de esa combinación de ácidos, en la miel aparece también el agua oxigenada, que contribuye decisivamente a esa batalla contra los gérmenes y las bacterias.

Lo que hacen estos elementos que componen la miel es atacar la estructura química de las bacterias, alterando su capacidad para gestionar sus funciones vitales o debilitando los mecanismos que hacen que las bacterias sean resistentes a los medicamentos.

Por tanto, bien sea sola o en combinación con antibióticos de síntesis, la miel supone una esperanza en la lucha contra uno de los problemas más graves que afrontan la medicina y la farmacología.

Hasta ahora, como señala Combarros, la miel que más se prueba en estos experimentos contra los antibióticos es la miel de manuka, una de las mieles más caras del mundo, que se produce sobre todo en Nueva Zelanda. La miel de manuka está reconocida por sus propiedades medicinales y curativas. Sin embargo, otras mieles podrían ser utilizadas en estas investigaciones para desarrollar antibióticos más eficaces y, además, más naturales.

El propóleo, también antibacteriano

Además de la miel, las abejas y la apicultura nos aportan otro producto de características muy interesantes en la lucha contra las bacterias patógenas. Se trata del propóleo o própolis, una mezcla de resinas que las abejas recogen de plantas y árboles y que utilizan para ‘barnizar’ el interior de las colmenas y para cerrar huecos innecesarios.

Propóleo sobre una colmena. Apicultura y miel.

Masas de propóleos en una colmena. Foto: OBA TTP, en Flickr.

El propóleo, que se utiliza desde la antigüedad, tiene algunas propiedades cicatrizantes y también antibacterianas, antiinflamatorias y antivirales.
Dada su estructura pastosa y pegajosa, el propóleo es difícil de consumir en su forma natural. Por eso, lo habitual es consumirlo en forma de tintura de propóleo, un macerado de própolis con alcohol etílico de 70º. También es habitual mezclarlo con lo miel, una combinación que conjuga el poder antibacteriano de estos dos productos de la colmena.

Quizá en los próximos años, la apicultura pueda hacer una aportación decisiva a la medicina aportando los principios activos que sirvan para derrotar a las bacterias resistentes a los antibióticos.