Modificado por Redacción

abeja cargada con propóleo

Una abeja lleva propóleo en las cestillas de sus patas traseras. Foto: Webted en Flickr.

El propóleo o própolis tiene un papel clave en el estado sanitario de las colmenas de abejas. A mayor cantidad de propóleo en la colonia, mejor es el estado general de salud de sus miembros. Para estimular la producción de propóleo, la doctora Marla Spivak recomienda utilizar colmenas de paredes interiores muy rugosas, sin pulir. La investigadora ha explicado este método de trabajo en el X Congreso Nacional de Apicultura.

Como todo apicultor sabe, las abejas utilizan el propóleo para “barnizar” el interior de sus colmenas, suavizar cualquier elemento rugoso o y fijar todo lo que pueda moverse. También lo utilizan para rellenar y tapar cualquier hueco demasiado pequeño o demasiado grande. Incluso lo emplean para embalsamar pequeños animales que pueden colares dentro de las colmenas, como roedores o insectos grandes. Lo que no todos los apicultores saben es que ese baño de propóleo que reciben las colmenas incide directamente en un mejor estado de salud de las abejas.

Así lo ha explicado la doctora estadounidense Marla Spivak, entomóloga de la Universidad de Minnesota, durante su intervención en el X Congreso Nacional de Apicultura. Spivak aprovechó su intervención para animar a los apicultores a forzar a sus colmenas a producir más própolis, y una forma de hacerlo es empleando colmenas de interior rugoso.

Spivak ha apuntado que, en la naturaleza, las abejas ocupan cavidades cuyos interiores son muy bastos, como cuevas o huecos en los árboles. Esa rugosidad es propolizada una y otra vez hasta que queda pulida y suave, lo que implica darle muchos baños de propóleo. Si se utilizan cajas muy pulidas y suaves para albergar colonias, las abejas no tendrán que utilizar tanto propóleo, algo que va contra la idea de Spivak de que ”a mayor cantidad de propóleo, mejor estaba el sistema inmune de las abejas”.

1 ¿Qué es el propóleo?

El propóleo o própolis es una sustancia pastosa y muy pegajosa que las abejas elaboran a partir de resinas y otras sustancias que recogen en muchos tipos de plantas. Esas resinas son mezcladas con algo de cera y polen, e incluso con aceites esenciales y, tras ser muy amasada, se convierte en el propóleo. La palabra viene del griego: pro-polis, los alrededores de la ciudad, la defensa de la ciudad (de las abejas).

Estos insectos utilizan el propóleo como si fuera un barniz y también un cemento dentro de sus colonias. Con él aseguran y pegan entre si todas las partes de la colmena, embadurnan paredes y marcos, reducen oquedades… Lo usan para casi todo.

trozos de propóleo

Fragmentos de propóleo cosechados en una colmena.

Desde el antiguo Egipto se sabe que el propóleo tiene propiedades interesantes para cosmética e, incluso, para medicina. Esto se debe a su particular composición: un 55 por ciento de resinas y bálsamos naturales, un 30 por ciento de cera de abeja, sobre un 10 por ciento de aceites esenciales y alrededor del 5 por ciento de polen. Esta mezcla aglutina una enorme cantidad de elementos de reconocidas propiedades beneficiosas, como los compuestos fenólicos, los minerales y una larga serie de vitaminas.

Se sabe que el propóleo tiene importantes cualidades cicatrizantes y se le han probado características antioxidantes, gracias, precisamente, a los fenoles de su composición. También se conoce que es eficaz contra el asma y que tiene propiedades antibacterianas, cualidad que comparte con la miel.

Estas propiedades del propóleo se han aplicado históricamente al ser humano, pero ahora sabemos que también afectan positivamente a las abejas. Ese es el punto de partida de los trabajos de Marla Spivak y su equipo, y la base científica para proponer sus colmenas de interior rugoso.

2 – El propóleo, clave en la inmunidad social de las abejas

En el reciente X Congreso Nacional de Apicultura, celebrado online, la doctora Spivak trató el concepto de inmunidad social. Se entiende por inmunidad social a la serie de comportamientos y hábitos de las abejas que generan una protección colectiva para la salud de la colonia. Spivak señala que hay dos vías principales para lograr esa inmunidad social: la conducta higiénica y la recogida de propóleo.

 

La conducta higiénica de las abejas es una característica genética: no todas las colmenas son igual de activas a la hora de aplicar ese comportamiento y es algo que debe buscarse a través de la selección de reinas. Esa conducta higiénica se manifiesta en actos como el ‘grooming’, o desparasitado de unas abejas a otras, especialmente para librarse de ácaros de varroa. Y también se manifiesta -y así es como se mide- en la rapidez y eficacia de las abejas para eliminar cría muerta de los panales. Cuanto más rápido y a fondo eliminen larvas y pupas muertas, menos posibilidades habrá de que las enfermedades se expandan.

La otra forma en que Spivak valora la inmunidad social es la capacidad de la colonia para almacenar propóleo. Las investigaciones en que ha tomado parte esta entomóloga estadounidense prueban que el propóleo reduce el número de patógenos  y de bacterias y microbios oportunistas que habitan la colmena, evitando riesgos de infecciones para las abejas. Así, Spivak asegura que, al haber más propóleo en una colmena, “las abejas tienen que forzar menos su sistema inmune” y este se mantiene más sólido ante amenazas.

grupo de abejas sanas

La sanidad de la colonia depende de la inmunidad social. Foto: Johnlsl, en Flickr.

Algunos de sus trabajos científicos demuestran también que el propóleo entra en sinergia con las bacterias benéficas del aparato bucal de las abejas y contribuye a reforzar la protección de cada individuo y, con ella, la de toda la colonia, ahondando ese efecto de inmunidad social.

En esa línea, Spivak considera que los apicultores deben permitir que las colmenas mejoren su propia inmunidad social. También explica que el uso de colmenas artificiales construidas por el ser humano es algo todavía reciente en la evolución biológica de las abejas, y que esas colmenas hechas de madera -o incluso de plástico o materiales todavía más pulidos- reduce la necesidad de recoger propóleo.

Esa falta de propóleo en las colmenas facilita la proliferación de bacterias y patógenos oportunistas y supone un desafío para unas colmenas cada vez más estresadas. Para evitarlo, Spivak aboga por esas colmenas de interior rugoso.

3 – Colmenas de interior rugoso: fábricas de propóleo

La idea de Spivak y su equipo es sencilla, pero llamativamente poderosa: colmenas de interior rugoso, áspero, sin pulir. Si las paredes interiores de las colmenas tienen ese aspecto tosco y áspero, se estimulará la recogida de propóleo y aumentará ese envoltorio interino de propóleo, desencadenando los efectos positivos de la inmunidad social.

En los experimentos de Spivak y sus colaboradores, se han buscado varias formas de mejorar el recubrimiento de propóleo del interior de las colonias. En algunos casos, se han grapado trampas de propóleo (rejillas) en las paredes de las cajas. En otros, se ha combinado esta idea con la pulverización en paredes y panales de una solución de un 30% de propóleo y un 70% de etanol. También han probado a practicar ranuras regulares en las paredes, buscando crear esas irregularidades, porque, según Spivak “a las abejas les encanta rellenar esas ranuras de propóleo”.  

Colmenas de interior rugoso.

A la izquierda, ranuras en el interior de la colmena. A la derecha, paredes texturizadas, rugosas. Foto: Delaplane y Brosi.

En todos los casos, los estudios demuestran mejoras en el control de bacterias y patógenos, con resultados muy eficaces, por ejemplo, en la reducción de la presencia de la loque americana en las colmenas.

Estos experimentos llevan a Marla Spivak y a su equipo a recomendar que se utilicen colmenas con interiores rugosos, poco cepillados, sin pulir. Es la forma más barata de incentivar la producción de propóleo y mejorar la inmunidad social. Spivak añade que, además, esta mayor recolección de propóleo no ha reducido la cosecha de miel de sus colmenas experimentales.

Libros para saber más sobre apicultura

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Bibliografía empleada

Borba, R.S. & Spivak, M. (2017) Propolis envelope in Apis mellifera colonies supports honey bees against the pathogen, Paenibacillus larvae. Sci Rep 7, 11429. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41598-017-11689-w#citeas

Dalenberg, H; Maes, P; Mott, B; Anderson, K.E; & Spivak, M. (2020) Propolis Envelope Promotes Beneficial Bacteria in the  Honey Bee (Apis mellifera) Mouthpart Microbiome. Insects. 11 (453). Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1irfaD8NXFNRNYB7DvQVH5bozYj0LO7qO/view

Hodges, C; Delaplane, K; & Brosi, B.J. (2018) Textured Hive Interiors Increase Honey Bee (Hymenoptera:Apidae) Propolis–Hoarding Behavior. Journal of Economic Entomology, 112. Disponible en: https://bees.caes.uga.edu/content/dam/caes-subsite/honey-bee-program/documents/journal-articles/cindy-propolis-paper.pdf

Jean Prost, Pierre (2007) Apicultura. Conocimiento de la abeja. Manejo de la colmena. Barcelona: Editorial Mundi Prensa.